Ludivine vivía en el pequeño pueblo de Villeneuve y, hasta donde podía recordar, la Niebla siempre había estado allí. De hecho, desde bien pequeña le habían repetido que nunca, bajo ninguna circunstancia, se acercase a ella.
Ludivine no se consideraba en absoluto especial. Tenía una gran capacidad de entrega y sacrificio, tal y como se esperaba de cualquier habitante de Feudom. Su hermana mayor Auxiliadora era su mayor inspiración. Bendita por la diosa Selas, poseía unas habilidades y un poder espiritual fuera de lo común. Sin embargo, la vida de Auxiliadora se truncó de forma inesperada.
Un día, la Niebla inundó Villeneuve y ella quedó reducida a una carcasa de sí misma, sin poder moverse ni hablar, aunque aun respirando. Ludivine nunca superó perderla, de manera que decidió ordenarse como novicia, tal y como habría hecho su hermana mayor, y estudiar sin descanso la Niebla. De ese modo, hizo un esfuerzo titánico por cumplir con un papel para el que ella no estaba destinada. Esa sería su penitencia en vida.
Por ese motivo, cuando se pidieron voluntarios para cuidar de los feudales que habitan en Punta Espino, Ludivine fue la primera en ofrecerse. Encomendándose a Selas, se embarcó hacia la ciudad, dispuesta a proteger a todos los fieles del mal que habitaba en la Niebla.
Es la encarnación del sacrificio, la devoción y la dedicación.
Devota de las diosas-luna: Selas y Losna, como todo habitante de Feudom.
Forma parte de la Orden de Selas, lo que la convierte en una sacerdotisa guerrera.
Esta orden protege a los creyentes y peregrinos de los seres malvados, pícaros y despreciables, ya sean monstruos o seguidores de artes mágicas prohibidas.
Ludivine juega un papel de apoyo en el grupo. Es la que puede curar, concentrar o quitar estados a los miembros de su equipo, pero además está perfectamente preparada y equipada para la batalla.
Porta su daga de misericordia, para rematar a enemigos que quedan en el suelo sufriendo.
Lleva una armadura ligera y una maza con la que canaliza su energía espiritual para crear un aura a su alrededor. Quien se encuentran dentro del aura de Ludivine pueden curarse, concentrarse, liberarse de estados horribles... En la miniatura está conjurando un ensalmo de protección.
Podemos ver símbolos referentes a su fe en su equipo. Por ejemplo, lleva en el pecho parte de su escudo de armas y pertenencia a la orden de selas.
Nuestra humana siempre tiene cerca un objeto muy especial, el Almamía. Se trata de un mechón de pelo de Ecclaire, su hermana mayor afectada por la niebla.
Ludivine está preparada para todo y su pose digna y la barbilla hacia el cielo en esa actitud de calma pero consciente, lo demuestra.
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